I need to know — [Maegor Targaryen]

Desde la inesperada y terrible muerte de Rhaenys, Maegor no volvió a ser el que era, un profundo vacío se había instalado en su interior y por cada día que pasaba, echaba más ondas y desesperantes raíces. A pesar de haber mantenido el aplomo frente a la corte y sus súbditos durante mucho tiempo, y acertado a la hora de gobernar, llegó un momento en que su cuerpo no pudo soportar las cargas emocionales, cada vez más pesadas e insondables, y al final su cuerpo no pudo soportar la presión y comenzó a languidecer. Su desamparo emocional se tornó una enfermedad de la carne, una crónica y desconocida que los Maestres no sabía tratar. Dicho mal consumió lentamente al grandioso y respetado rey de Poniente, hasta convertirlo en apenas una pálida y frágil sombra.

Desde hace un par de años, gran parte de las labores de gobierno recaían sobre los miembros del Consejo, su Mano, y sus hijos. Y ya no se mostraba en eventos públicos de ninguna clase, en realidad, casi ni abandonaba sus aposentos, el Gran Maestre lo desaconsejó categóricamente, estaba demasiado débil como para arriesgarse a exponerlo a los elementos y al estrés del mundo exterior en general.

Gran parte del tiempo se encontraba metido en la cama, poniendo mala cara a la copa de leche de amapola y rechazando de plano sin opción a discusión, solo cuando el dolor atenazaba gravemente a sus sentidos, accedía a tomarla, pero detestaba el estado de lánguido sopor atontado en le sumía. Se sentía tan débil, tan frágil, tan venido a menos… pero aún le quedaban fuerzas para pensar en su orgullo herido y enfrentarse de vez en cuando al Gran Maestre.

Aquel día era uno de los pocos en que su mente no le jugaba malas pasadas, y es que ya eran demasiadas las lagunas y las extrañas visiones entremezcladas con antiguos recuerdos, que amedrentaban y confundían su mente. Cuando uno empieza a atisbar cercana su propia muerte, empieza a pensar en cosas que la gente con una esperanza de vida decente y expectativas de futuro prometedoras, no se plantea o acaba posponiendo sin prestarle demasiada atención. Maegor pensaba en como sería recordado, di había tomado las decisiones acertadas, si había sabido criar a sus hijos y sobre todas las cosas ¿Qué sería de Poniente y del linaje Tragaryen tras su muerte?. Le pesaba admitirlo, pero no estaba seguro de haber educado y corregido a Vhaegar para ser un buen monarca ¿o a cado era el atibo del fin lo que le inquietaba y había implantado tales dudas en su espíritu?, no lo sabía, pero se había propuesto tomarse su tiempo para despejar sus inquietudes.

A eso del mediodía se presentó en sus aposentos su Vaeghar, el heredero al trono por nacimiento, pero, ¿realmente era el candidato más adecuado? ¿Conocía a su hijo realmente?. Sabía que su hijo mayor era ambicioso, y con muchas caras, no era como Maekar, eso estaba claro, y no estaba seguro de que Vaeghar fuera el tipo de monarca que Poniente necesitaba…era demasiado, oscuro, demasiado mayor para orientarle quizá. Maekar era joven, podía aprender, y tenía un buen fondo, o ¿estaba siendo demasiado crítico…demasiado intransigente?.

Le miró acercarse, sin que ninguna expresión reflejara lo que pensaba en su sereno rostro, pero aún así demacrado, se notaba en la piel tensa y cetrina sobre los huesos, y en el brillo opaco de su rostro. Sin embargo estaba limpio, metido en su inmaculado atuendo de dormir, entre mullidos almohadones en su suntuoso aposento, como un rey, por supuesto. No reaccionó al abrazo, estaba ensimismado en sus pensamientos, y le dedicó una larga y profunda mirada a su hijo, reflexiva e insondable, como toda respuesta. Esa mirada llenó el espacio con un silencio resonante durante unos segundos, asintió dando a entender que estaba…bien, dentro de lo que cabía, y entrelazó las manos sobre su regazo, sobre la manta.

-Háblame del futuro,Vaeghar- dijo con la mirada perdida en algún punto perdido frente a él pasados unos instantes- Háblame de cómo será Poniente cuando yo ya no esté entre los vivos- y Volvió a mirarle. Su tono era calmado, y suave, el que cabe de esperar de alguien que ya a aceptado su destino.- Háblame de ti.

El decrepito anciano miró atentamente a su hijo, estaba por enarcar una ceja, pero permaneció impertérrito. Paz...era una bonita palabra pero él sabía que estaba por tocar a su fin, como el Gran Maestre solía decir, la historia se movía en círculos. Lentamente tomó aire profundamente, y al expulsar, sintió un punzada de dolor que le hizo torcer el gesto y el aire expulsado sonó en su pecho con un desagradable gorgoteo de mucosidad. Una tos áspera y convulsa llenó el silencio- El monarca tardó unos segundos en recuperarse, con una mano colocada sobre el pecho tembloroso y frágil. Hizo un gesto a su hijo para indicar todo iba bien y que ya había pasado, y tras unos segundos de estar únicamente concentrado en su respiración, entrelazó las manos sobre su regazo y se acomodó contra el mullido almohadón que lo mantenía erguido sobre la cama. Lanzó una larga, penetrante y misteriosa mirada. Un discurso sobre paz, siempre quedaba muy elocuente y hermoso pero no era...realista.

-Esa respuesta me la hubiera esperado de tú hermana...más que de ti- se aclaró la garganta y se pasó levemente la lengua por los resecos labios con gesto pensativo- Con la inesperada llegada de Daenerys Targaryen llegó el infortunio para muchos señores que en aquellos momentos luchaban por colocar a sus candidatos en el trono, o colocarse ellos mismos. El ejercito de Daenerys y sus dragones acabaron con las aspiraciones de todos ellos.- apretó levemente los labios- Greyjoy, Lannister, Tyrell...quedaron muy dañados, muy debilitados tras la guerra, pero eso no eliminó su ambición. Las medidas que tomaron los reyes no hicieron más que posponer lo inevitable. Ahora el simple paso del tiempo, a devuelto a las Casas antes débiles, gran parte de su fuerza perdida. ¿Quienes intentaran hacerse con el trono? ¿Quienes nos son fieles? No podemos saberlo con total certeza, pero puedes estar seguro que durante todo este tiempo, nuestros enemigos no han perdido su ambición, no han perdido de vista sus objetivos, es más, ahora les alienta la venganza, el resarcirse de los agravios que nuestros antecesores perpetraron contra ellos al eliminarlos como competidores.- Suspiró pesadamente- Pero, ¿quienes están buscando nuestra ruina?, quien te tiende la mano no tiene porque ser necesariamente tu amigo... y quien fue tu enemigo en el pasado puede ser ahora tu aliado...o no.- se hizo el silencio- Habra guerra, es más ya ha empezado a fraguarse, a saber cuanto tiempo llevan moviendo sus hilos tras el telón. Teniendo esto en cuenta ¿cómo piensas mantener esa paz de la que hablas?.

El monarca pensó que el joven a lo mejor había dicho eso para complacerle, que escondía sus verdaderos motivos, aun así, no se esperaba esa respuesta por parte del heredero. Casi parecía más la pequeña de sus hijas, un monarca debía ser realista, y sabía que el heredero era más incisivo y crudo que el resto de sus hermanos, exceptuando a Delena claro.